Nunca va a ser el tema favorito de conversación al sentarse a cenar a la mesa, pero la muerte es inevitable y también

prepararse para ella. Según Ecology Global Network, la población mundial supera en la actualidad los siete billones de personas, con aproximadamente 150.000 muertes al día —55,3 millones cada año—, lo que supone altos niveles de descomposición de residuos orgánicos.

A día de hoy existen más de 270 emplazamientos para entierros naturales alrededor de Reino Unido. El primero fue construido en 1993 y, poco a poco, se ha ido popularizando. Pero, ¿qué es exactamente un entierro ecológico?

Tanto el proceso para preparar el cuerpo como los materiales utilizados o los suelos ocupados son más responsables con el medioambiente. La primera decisión que se debe tomar es elegir si prefieres ser enterrado o incinerado; actualmente es posible ser incinerado en un ataúd de cartón que requiere una menor utilización de energía. El servicio funerario Green Endings también ofrece una serie de urnas hechas a partir de materiales más sostenibles como la caña, el cristal o la cerámica.

Para el desconocido, los cementerios ecológicos se asemejan al paisaje típico de la campiña británica. Se integran tan bien con la naturaleza que, una vez están llenos, pasan a formar parte de ella. «Son unos lugares preciosos y positivos para visitar, algo bueno que surge de algo triste. Protegen las zonas en las que se encuentran de cualquier otro tipo de desarrollo y, si se gestionan bien, pueden mejorar el hábitat y, eventualmente, el valor de la fauna», explica Rosie

Inman-Cook, responsable del Natural Death Centre Charity. A pesar de que no existe una amplia legislación sobre estos lugares, los cementerios que pertenecen a la asociación Natural Burial Grounds están regulados por un código de conducta. «No hace falta decir que están prohibidos los conservantes tóxicos y que solo se permiten ataúdes producidos de forma natural. Tampoco son aconsejables los sepulcros de piedras importadas y las flores de invernadero», señala Inman-Cook.

Con los funerales tradicionales el medioambiente paga un precio muy alto. Los materiales que se utilizan son la clave: el bambú sostenible, el sauce o el mimbre son mucho más eco-friendly que las maderas con las que se construyen habitualmente los ataúdes —también el earthsleeper y el ecopod biodegradables—. «Luchamos durante muchos años contra la concepción de que los entierros naturales son solo para los paganos o los ‘abraza árboles’ —ya que solo se utilizan ataúdes de cartón—», explica Inman-Cook. Ir en contra de la tradición y escoger una despedida más verde aún se encuentra con mitos y malentendidos, pero se está mejorando. «Todavía no está muy extendido ya que, a pesar de que se llevan haciendo entierros naturales más de 25 años en el Reino Unido, son más las personas que han acudido a entierros tradiciones. Supongo que se irá convirtiendo en algo más popular. Aunque todavía se considera algo no religioso, muchos de nuestros miembros simpatizan con el cristianismo».

Pero no se trata solo de los materiales y el emplazamiento escogido: es darle más libertad a tus seres queridos. Ellos escogen el formato del sepelio. «Las familias tienen el control y pueden descartar al responsable del funeral una vez que lleguen al cementerio», comenta Inman-Cook. «Creo que hay muchas posibilidades de que los familiares afligidos tengan un mejor proceso psicológico si escogen este tipo de despedida».

Es un círculo ecológico redondo: decadencia, vida nueva y un mejor futuro.